La dicha de no ser un señor importante.




Foto Franco
Miryam Talayamiryamtalaya.blogspot.com



Ser un señor importante para alguien o determinante para alguien puede ser una cosa envidiable y muy deseable…

No para mí, me alegro no ser importante hasta ese extremo para nadie.
Si, lo afirmo rotundo, si desaparezco, espero no dejar mucho dolor tras de mi…

¿Qué deseo?
Tener una buena muerte como deseaba el guerrero que fui…
Si es rápida y con honor, mejor.

Las personas determinantes de la vida política siempre disfrutan de honores en multitudes de seguidores…
De una buena vida llena de gozos…
Pero casi todos los muy relevantes, los que han construido un estado con su persona, los que han asociado un régimen a su persona…
Esos siempre tienen una mala muerte nada honrosa.

Mis muertes honrosas favoritas, las que cuentan los mitos del Ché Guevara y la de Emiliano Zapata

La del general Franco la consideré deshonrosa…
Y ahora la previsible muerte del bolivariano Chávez
Los dos personajes unieron el destino de su régimen al suyo propio e hicieron válido el refrán español: “En el pecado llevas la penitencia”.
Ninguna condena de ningún tribunal severo sería más cruel con el líder bolivariano que el calvario al que está siendo sometido…
¡Déjenlo morir en paz!
Esta frase la dijo una seguidora del general Franco en su agonía dramática y política…
Hoy bien podría una seguidora del líder bolivariano clamar lo mismo…


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